Wolfgang Becker
Alemania
2003
Durante los '90 y hasta inicios del siglo XXI, la caida del bloque soviético y el fin de milenio llenó las pantallas de películas sobre el final de una era; esta es la más emblemática de ellas.
La RDA es un país que símplemente se acabó, sin más ni más; abrieron un forado en el muro de Berlín y se desplomó una parte de la historia del mundo.
Más allá del desacuerdo que se pueda tener por ese caso particular, esta película siempre me ha hecho pensar que los países dependen de la voluntad de su pueblo, si Chile existe, es porque los chilenos tenemos implantado en nuestro subconciente el mito de nuestro espacio y nuestro tiempo; pero si de un momento a otro se decretara que ya no debe existir; que debe restablecerse el imperio Inka y el territorio mapuche; que nuestra bandera desaparece y nuestros hechos históricos se olvidan para siempre, los que hemos nacido y crecido aquí sentiríamos un desarraigo espantoso; no pocos sentirían que su vida fue en vano.
Esta película muestra la lucha de un joven por darle el final perfecto a su imperfecto país, así como también es una metáfora sobre vivir en una burbuja evitando a toda costa que la realidad entre y convertir la agonía en una condición permanente.
Para mí también significa el final de una era, le dije adiós a la década del 90, a las tardes frías del fin de semana en el cine Normandie, una época en que era capaz de faltar a clases para ir a ver una película que esperaba desde hace años y juntaba peso a peso para comprarme un libro.