ALAN PARKER
1982
Siempre he pensado que la dictadura de Pinochet fue un período muy curioso de nuestra historia. Se censuró una serie de obras y películas completamente inocuas y se dejó pasar otras que las dictaduras del mismo corte prohibieron.
Tenía como 7 u 8 años cuando esta película llegó a Chile y a esa edad yo era fanático de los dibujos animados y los programas de música de los fines de semana.
Se me hacía agua al cerebro viendo los clips con esas animaciones monstruosas que cambiaban de forma y los actores envueltos en niebla, marchando con máscaras y cantando melodías marciales que taladraban mi psique. Mi decepción con la vida crecía al no tener la edad necesaria para verla (21 años). Iniciada la pubertad, en la media, saberse la letra de las canciones era un paso a la adultez y haber visto la película te hacía pasar a un extraño olimpo de energúmenos mentales protomarxistas freudianos.
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