Orson Welles, 1941
Tardé muchos años en ver esta cinta, aunque su presencia rondaba en el aire. Siempre la oía nombrar y la figura de Welles era parte del imaginario común en el cine y la tele.
Verla es encontrarse con un extraño fósil completo, que permite desentrañar el porqué del mundo moderno. La película es el antecedente estético de todo el cine conocido y de la televisión cuando adquiere calidad. Desde LOS ARCHIVOS SECRETOS X hasta LOS SIMPSON la han copiado, homenajeado y parodiado tantas veces que daría origen a un blog independiente.
Un director de 25 años declarado genio a los 13, al que se le dan recursos ilimitados; que trabaja con uno de los mejores guionistas del momento, Herman Mankiewicz; con un director de fotografía,Gregg Toland, junto al cual desarrolla un lente especial, 18.5 mm, que permite perspectivas nunca antes vistas en una pantalla; una banda sonora compuesta por un joven que llegaría a ser uno de los grandes músicos del siglo XX, Bernard Herrmann. El resultado es símplemente sublime.
La historia de la película en sí misma es sorprendente, fue tan rupturista en su momento que poca gente la entendió y terminó siendo un fracaso de taquilla que llevó a los estudios de la RKO al borde de la quiebra. Demuestra que el público no tiene la razón y que la verdadera calidad trasciende las generaciones.